“Cada ser humano razonable debería ser un socialista mesurado”, decía Thomas Mann; y podríamos agregar: cada ciudadano resuelto y con sentido práctico, debería ser un socialdemócrata.
La corriente de pensamiento y línea de acción política más significativa del siglo XX, la socialdemocracia, está llamada a ser la gran protagonista del siglo XXI. Una socialdemocracia que, sin dejar de ser la misma, haga de sus desavenencias, experiencias y convierta en lección, el resultado de cada elección.
Una posición ideológica y una conducta comprometida, que cambien nuestro presente, en el que no sólo atestiguamos la irrupción del mundo digital, sino la globalización de la injusticia social. Desigualdad tan palpable como absurda, de un planeta que apuesta por el comercio libre en el que, paradójicamente, parece más fácil comerciar con un contenedor de armamento, que con uno lleno de alimentos.
“Empobrecimiento general”, como ha calificado Paul Krugman a la crisis en la que ha entrado un modelo predominante; y que abre oportunidad a la socialdemocracia, no para reinstaurar su proyecto de hace cincuenta años, que resultó exitoso en un mundo distinto, sin instancias supranacionales, de casi nula interdependencia financiera, en el que la democracia no era la constante, ni existía la conectividad de mercados, personas y medios.
Este pensamiento en acción que vaya más allá del Estado de Bienestar; abocado a la generación de riqueza para lograr su redistribución; que apueste por la libre empresa, pero asegure la regulación de los mercados; que no tema recaudar impuestos, siempre que aumente su gasto de inversión y ahonde la transparencia. En pocas palabras, que haga efectivos, no sólo los derechos políticos, sino los económicos y sobre todo los sociales.
Ése fue en México, el planteamiento que al menos un año antes de su elección, formuló quien hoy es el Presidente de la República; y por medio de las reformas transformadoras impulsadas por muchos, y un buen número presentadas por él mismo, con el concurso de todos, particularmente de senadores y diputados, están solidificando nuestro Estado social y democrático de Derecho.
Así han sido reformados 64 de los 136 artículos constitucionales y terminarán por aprobarse decenas de nuevas leyes y muchas más serán refomadas y adicionadas; con las que, además de una educación de calidad, se busca multiplicar y abaratar el crédito; promover la competencia en telecomunicaciones y ofrecer servicios de mayor calidad; incrementar los recursos fiscales para la inversión; favorecer una mayor inclusión social; y aprovechar a cabalidad nuestros hidrocarburlos en beneficio de todos.
Con convicción democrática y claro compromiso social es como se ejerce el poder en México; con programas y acciones públicas de inspiración socialdemócrata, vamos caminando. Con el credo de que sólo con libertad es posible la igualdad, y que nada más gozando de efectiva igualdad, se puede ser efectivamente libre y vivir en paz.
Por: César Camacho
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