domingo, 8 de junio de 2014

RÁPOSODA DEL ALBA CITADINA

“…la ciudad-mujer de Huerta es una Santa que sólo puede
ser amada con la ciega, rabiosa ternura de un nuevo Hipólito”.

Vicente Quirarte

Por: José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

Recuperador incansable del instante urbano, recitador apasionado de la polifacética Ciudad en construcción, arquitecto verbal de pasiones y soledades metropolitanas, el poeta Efraín Huerta se definió como escritor de versos de contenido sexual, refutando así la solemne descripción con la que el Pequeño Larousse Ilustrado catalogó al rapsoda de una Ciudad que lo capturó desde sus años de juventud, cuando llegó de su natal Silao, población guanajuatense que le vio nacer un 18 de junio de 1914, justo hace una centuria.

El contrastante espíritu de la capital de la República, encontró en Efraín Huerta a su acucioso y puntual relator, al poético escribano de sus devaneos arquitectónicos, de sus mundanales escarceos con una atrayente modernidad hecha avenidas y espejismos de neón que hipnotizaron al trovador, quien, con verso firme y comprometido con una humanidad esperanzada en la construcción de un nuevo día de fraternidad, justicia e igualdad, plasmó sus vivencias íntimas de combatiente ciudadano.

La exuberante pasión de Efraín Huerta por la Ciudad, constituye un generoso hallazgo de arqueología poética del desamor y la esperanza de quienes viven, disfrutan y sufren una urbe enfrentada a la disyuntiva por generar su propia expansión o aferrarse al enclaustramiento en torno a la intocable bondad de las calles antiguas, a ese monumental pasado arquitectónico, escenario de la depresión societaria provocada por una Revolución/Que ha girado/Como loca/ A 45/Revoluciones/Por Sexenio, como pleno de sarcasmo se refirió el poeta al proceso armado que vio perder sus legítimas aspiraciones en las manos de una plutocracia que trastocó ideales por una convulsionante expansión de la urbe como mito del progreso.

La profunda convicción de Huerta en la transformación revolucionaria de la humanidad, encontró en la palabra, en el verso breve y en el rescate del habla popular, herramientas fundamentales de lucha cotidiana, con las cuales reseña lo mismo la viva y venenosa calle de San Juan de Letra(hoy Eje Central Lázaro Cárdenas), que critica las aspiraciones anexionistas yanquis representadas por los gánsters y Miss Texas pisoteando la belleza y envileciendo el arte, como lo refiere en su profético poema Avenida Juárez.

Con franca honestidad, Huerta comparte sus eróticos delirios a bordo del Juárez-Loreto, legendaria línea de camiones en la que el viejo-príncipe-poeta busca encontrarse con el amor fugaz de la pasajera que lo reta y que lo alienta en su periplo por una Ciudad que ante sus ojos se transforma y se le entrega.

Sólo quien puede contener en su corazón la ciega y rabiosa ternura por la Ciudad -que captó Quirarte en Efraín Huerta- puede declararle su amor, puede exigirle que lo mire con sus ojos de tezontle y de granito y que se entregue a los niños que ríen, y a los hombres que aman claras hembras de sonrisa despierta y fresco pensamiento.

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